Una tarde color ESPERANZA

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En la tarde de hoy, los abuelos del Hogar Madre Teresa viajaron a la ciudad de María Grande en un paseo que incluyó recreación y gimnasia.
Las sociedades actuales pueden ser clasificadas en mejores o peores, según tratan los extremos de la vida: por un lado los niños, desde su concepción hasta entrar en la adolescencia, y por otro los que ya han transitado todos sus años productivos y le llega, por gracia de Dios, transitar el camino de la vejez. Estos son tiempos donde todo es relativo y efímero, donde lo descartable parece haber ocupado el sitio de lo perdurable, donde todo se usa y se descarta, mientras sirve vale y cuando ya no puede dar cosas materiales se descarta; en este contexto, pareciera a veces, que aquellas personas que han cumplido ya algunos años comienzan a calificar de objetos y como tales son tratados.
Afortunadamente, esta regla tiene sus excepciones, y felizmente, muy cerca nuestro se encuentra el Hogar Madre Teresa donde viven unos 11 abuelos, y léase bien viven, no sobreviven; allí reciben las atenciones que se merecen por el simple hecho de haber llegado a este tramo de la existencia, allí cantan, bailan, hacen gimnasia, pintan, aún siembran y cosechan, verduras, flores, risas, amigos y muchas cosas más.
Hoy los abuelos se dieron un gusto, y por la gentileza del Gobierno Municipal que puso a disposición la Trafic y un chofer, realizaron un viaje a la ciudad de María Grande al Complejo Interlagos donde disfrutaron una tarde de esparcimiento y actividad física acompañados por Susana y el Profesor Leonel Saladino.
“..si los Ángeles de la guarda dieran señales de vida” dice el Catalán Joan Manuel Serrat en su canción “Llegar a viejo”, hoy a los abuelos del hogar Madre Teresa, unos cuantos ángeles de la guarda les dieron señales de vida, pasaron una hermosa tarde otoñal de sol a la vera de un paisaje reconfortante y lleno de paz, realizaron actividad física para fortalecer la salud y regresaron llenos de anécdotas y alegría por las horas compartidas en contacto con la naturaleza.
El grupo agradece la predisposición y buena onda de Luis, el chofer encargado de realizar el traslado en el vehículo municipal.
Es bueno saber que las excepciones a las reglas generales de esta sociedad consumista e individualista están tan cerca, todavía hay personas que invierten su tiempo en aquellos que solo puedan dar historias y experiencia, aún así, plantan su árbol y escriben su libro, y a todos nos queda el sabor de que no está todo perdido. Mientras alguien esté dispuesto a brindar parte de sí para acompañar y reconfortar a un niño o a un abuelo, podemos decir que aún como sociedad, tenemos ESPERANZA.